El placer de vivir en el presente.

Foto: St. Morritz, CH by N. Nahuat

Me pregunto cuantos en este mundo viven cuestionándose qué sucederá mañana o reprochándose los malos actos del pasado, el miedo de no saber si su futuro será exitoso o preguntándose por qué no tomaron ciertas decisiones en el pasado. No voy a negar que antes me mataba esa angustia, era esclava de ese sentimiento tan vil que no me dejaba disfrutar de las grandezas de la vida, de sus hermosos momentos, de ese presente tan emocionante que te deja sin aliento; en palabras màs simples; no me permitía vivir. Llegó un momento en mi vida donde ya no quería ser esclava de ese sentimiento, que quería vivir, disfrutar, realmente deseaba sentirme feliz. Fue entonces cuando hice una introspección, aunque al principio me dio miedo, poco a poco fui descubriendo mi esencia y al mismo tiempo dejé de sentir esa sensación que me tenía sobreviviendo en este mundo y no me deja vivir.

Fue algo tan extraordinario que recomendaría a cualquier persona realizarlo, cuesta un poco dejar de seguir a los demás, ya que cuando no sigues a la manada estás solo (o eso es lo que se logra interpretar) y aunque al principio da miedo, créeme que vale la pena el resultado que se obtiene al final, cuando te das cuenta del verdadero placer de vivir en el presente y disfrutar lo que el universo te regala día a día, de valorar los hermosos panoramas que tu vista te regala, todas esas emociones que te produce el ver un amanecer, un atardecer, escuchar el cantar de los pájaros, el color de una flor y sobre todo la felicidad que puedes transmitir con las personas con las cuales convives día a día. Es entonces cuando dejas de sentir miedo y solo sientes gratitud hacia la vida y por consecuencia liberas ese sentimiento de felicidad que todos llevamos dentro. Porque es así realmente cuando se es feliz, cuando te liberas de todos tus miedos.

Y recuerda: Sonríe, es gratis.